Encuentro con una amiga

Soledad... ahora eres de nuevo mi amiga y he venido a visitarte.

No te temo, es mas; creo que te extrañé, tenerte de vuelta es como regresar a casa y volver a ser la misma que fui.

Entré a tu casa de adobes donde casi no entra la luz, donde siempre me siento tan pequeña y con mucho frio, y de repente te ví.

Esta vez te ví con cariño y corrí a contarte mis desgracias; me cobijaste en tu rebozo de colores y adornaste mi cabeza con flores, sentí tus manos en mi rostro y me dijiste en tono fuerte y con la mirada puesta profundamente en la mia: "lo mejor esta por venir".

Me senté al lado tuyo y saqué de mi alma, tal si fueran objetos muy sólidos; todas mis ilusiones de ese amor que no llego a funcionar, que me rompió la barrera de persona para encontrar a ese ser fragil que todos tratamos de esconder y que tambien se desvaneció un dia en el aire dejandome completamente vacia.

Tomamos las ilusiones y tú las convertiste en un tejido suave y de colores muy brillantes; que al extenderlo resultó ser mas gránde que la habitaciòn donde estábamos... entonces; tomaste una punta y jalaste el hilo suelto...

Salimos de la habitación y ahora estamos sentadas sobre el pasto, con la niebla sobre nuestras cabezas y en este momento estamos destejiendo lentamente, estamos jalando el hilo para hacer una gran madeja.

No tenemos prisa, de vez en cuando entramos a la casa por una jarro de café. A veces me detengo para observar el paisaje rodeado de sierras y niebla; donde los colores ocres resaltan y cambian constantemente conforme avanza el día.

Estoy contenta aquí, estoy tranquila.